Ene
Conectada a tiempo real
4 comentariosHoy ha amanecido el día con una niebla densa, se diría que tras los cristales no hay nada es: “¿cómo vivir en una nube?”. Quizás, no sé pero… las horas va pasando el tiempo unas veces más rápido que otras. Los días pasan, pasa la vida y yo va hacer 34 años que estoy en el convento.
Miro hacia atrás y me doy cuenta que es más que toda una vida, tres generaciones con las que he hablado desde aquí, dentro del monasterio y sólo puedo deciros: “Soy feliz”, no me cambiaría por nadie. ¿Qué ha habido problemas? - ¡Claro que sí!; ¿qué ha habido momentos difíciles? - ¡Claro que sí!; ¿qué las personas y las hermanas que han caminado junto a ti en este tiempo poco a poco se han ido? - ¡claro que sí!; todo, forma parte de la vida que Dios nos regala cada día, y con ella me ha regalado, hasta el hoy presente, el don de la fe, el don de la fidelidad y el don de la confianza, todo es regalo. Soy feliz de ser… monja. Cada día comparto y llevo a la oración, las enfermedades, los problemas de trabajo, de la violencia, de las guerras, los gritos que se dejan oír en tantos medios y los que no aparecen en ellos de las personas, de mis hermanos que viven sin saber por qué, o de todos aquellos que no desean seguir adelante. Pero también las alegrías de todos, los buenos momentos, las vidas que nacen, los trabajos que se consiguen, los finales de los estudios, las alegrías que surgen en las buenas sorpresas... y todo aquello lo que llena de gozo.
Ser monja, amanecer con alabanzas, atardecer con aquello que ha acontecido durante el día, presentando los cansancios y trabajos. Vivir conectadas “a tiempo real" con Cristo.
Ser y sentir algo tan sencillo como la vida misma.