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Blog Con otros ojos

Sor María Dolores Pérez Mesuro

de Sor María Dolores Pérez Mesuro
Sobre el autor

30
Oct
2011

Sin Palabras

3 comentarios

Los que un día fueron y ahora están pero no son.
Quizás este comienzo resulte un poco difícil de comprender en sí, hablo en pasado y presente, no se me ocurre nada mejor , para explicar el sentimiento que me produce, el ver a tantas personas, en mi caso hermanos y hermanas, de comunidad, que no hace mucho tiempo, pasan de lo que han sido, (inteligentes, autónomos, fuertes, bien pensantes y unos largos etcéteras añadiendo gran voluntad y mente clarividente), a personas sumamente dependientes, porque su mente-la cabeza-(como vulgarmente llamamos), ya no distingue lo que es realidad de lo que están “viendo” en alucinación.
Gran misterio, si lo vemos en un sentido frío totalmente; pero para los Ojos de cualquiera, es de gran Compasión.
He conocido personas de fuerte carácter, que han sido heroicas en su seguimiento y fidelidad a Cristo y en el testimonio de vida, y hoy…tan débiles en su mente y no digamos en voluntad.
Su mirada, con esos ojos es lo que más me impresiona. Miran porque no comprenden nada. ¡Ojo! si nosotros lúcidos ¿?, no comprendemos situaciones; ¿cómo será la mente de nuestros hermanos que tienen esas lagunas negras en el cerebro. Y cómo agradecen cuando, con esa mirada interrogante, les contestas algo que ellos necesitan oír, para su tranquilidad. Porque, sí, tienen gran intranquilidad en su pensamiento, sienten miedo de quedarse solos, de no saber dónde ir, de que les abandonen.
Quiero compartirlo, porque es un peso moral que llevo hace tiempo en el corazón, y pienso, cuando se profesa, se ponen las manos en manos de otra persona, dejas la voluntad de la vida en las Manos de Dios, y ahora en estos momentos uno representa esas manos para ellos, los que fueron nuestros maestros y compañeros en el camino de la fe y de los cuales aprendimos, y aprendemos tanto…
-¿Qué pides?…La misericordia de Dios y la vuestra. Yo añadiría, y la paciencia, y la paz, y el cariño; porque un día puede que que sea yo misma la que no me acuerde de quien soy, o repita hasta la saciedad lo mismo o no encuentre el camino.
Es duro oír la famosa frase ¿Y TÚ QUIÉN ERES?, cuando se ama.

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javier langarita
3 de noviembre de 2011 a las 14:56

Comparto plenamente. Me gusta tu análisis y la descripción de una realidad desgraciadamente tan abundante. Ningún medicamento, ninguna vacuna, puede sustituir el amor hacia el que olvida, no reconoce, se despista.
Y me has recordado el pasaje del Evangelio de "cuando seas viejo te llevaran a donde no quieras..." o parecido. Al final, se trata de depositar la confianza en Alguien y en sus cooperadores.

lola
10 de noviembre de 2011 a las 14:40

Ante estas situaciones, ¿que hace el mundo?: rechaza a estas personas y o bien las lleva a una residencia o pide la eutanasia, como compasion.
¿porque? simplemente por un lado no me gusta ver en que puedo convertirme yo misma, y por otro me dan tanta faena, que no me da la gana hacerla, porque es un trabajo viulgar que no ve nadie, y nadie valora.
¿como lo ve Dios?: jesus dice a mi me lo hiciste, es decir, esos hermanos nuestros enfermos y dependientes son El. Como tambien fue dependiente cuando estuvo camino del calvario, y todos le abandonaron. Igual abandonamos a estos hermanos nuestros.

Azucena
27 de noviembre de 2011 a las 23:27

Realmente es duro y difícil, pero despiertan un Amor tan grande en el que está a su lado, una compasión y un no se qué tan bello, que realmente uno se siente feliz de poder acompañarlos en esta etapa de su vida, incluso darle gracias a Dios por poder hacerlo.
Sus detalles, su mirada, todo... incluso sus momentos más difíciles recuerdan a aquel que un día nos dijo " lo que a cualquiera de estos hagáis a mi me lo hacéis " y el que es capaz de experimentar esa sensación siente una felicidad plena al cuidar a estos ancianos cuya alma sigue siendo la misma.
Ser sus manos, sus oídos, sus pies....en definitiva su brújula de amor que apunta siempre en la misma dirección, Cristo.

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