Más allá de que algunas veces sintamos que estamos dejados de la mano de Dios, nuestra fe nos hace saber que Dios tiene sobre nosotros un oído atento como la madre que vela junto al lecho de su hijo, que tiene un corazón sensible a las alegrías y dolores de nuestro mundo hasta hacerlas suyas, que tiene una voluntad disponible para el trabajo en nuestro beneficio como mostró entregando a su Hijo, amándonos en él hasta el extremo. Los cristianos sabemos que ninguna palabra, ningún gemido de dolor, ningún canto de alegría… son extraños a nuestro Dios que se pone en danza para hacerse el encontradizo y hacernos saber que en Él vivimos, nos movemos y existimos y que, por eso, podemos caminar con confianza (a pesar de los pesares) En cada eucaristía presentamos el pan y el vino como signo de las actividades del mundo, como signo de nuestra vida realizada con los dones que el Señor nos ha dado, esperando que todo, al igual que el pan y el vino, se llene de la presencia sanadora y plenificadora de Cristo. Muchas veces apenas si nos damos cuenta de que lo que en ese momento está en el altar es nuestro mundo en busca del Señor. Habitualmente el cura utiliza la fórmula Orad hermanos para que este sacrificio mío y vuestro…, pero es en otra de las que se puede utilizar donde mejor se percibe este detalle: Orad, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso. Nuestro sacrificio verdadero es transformar nuestras vidas con la vida misma de Cristo para que, al recibir su Espíritu de Hijo y hacernos hermanos, el mundo se transforme en un verdadero canto de alabanza a Dios. Esto es una tarea común en la que nadie puede quedar atrás, por eso en la oración eucarística se pide por las necesidades de todos. Puedes llevar a la eucaristía de cada día (en esta cuaresma) aquellas situaciones que hayas dialogado con el Señor en esta oración y que están llamadas a transformarse al contacto con Cristo, donde todo se encuentra con Dios y donde Dios se encuentra con todo. En el momento de la presentación de ofrendas ponlas junto al pan y el vino
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