Ene
Cambiar el mundo
1 comentariosYa que no podemos cambiar el mundo. ¡Vamos a escribirlo!
Venid a la pequeñez del pesebre de Jesús para comprender la vida y para aprender a sentir con su mismo corazón. Así, al final, encontraréis no al pequeño Niño de Belén, sino al glorioso Cristo resucitado que os envolverá con su gloria eterna.
Junto a este pequeñito del pesebre, os deseo un año de luz… Reconoced que sois todavía egoístas, bruscos e independientes (reconozcamos todo lo que aún nos separa de él y de su forma de ser) y suplicad al Niñito de Belén y a María su madre que os ayuden a transformaros.
No vaciléis en postraros ante este Jesús pequeñito. Quizá no lo habéis adorado suficiente como vuestro Dios, porque vuestra devoción se quedó infantil y sentimental. Quizá no habéis descubierto con bastante asombro cómo Cristo, Hijo de Dios, al manifestarse a los hombres, quiso revelarles la grandeza de los misterios divinos a través de la pequeñez y la debilidad de un recién nacido (¿no nos enseña que solo este es el camino para llegar a la gloria de Dios, a la gloria de la verdadera vida? ¿Cuáles son los caminos que eliges tú?).