Ene
Muñecas rotas
3 comentariosCuando era pequeña, iba por la la calle Preciados, y a mitad de ella había un anuncio en un piso que decía: Clínica de Muñecas. En mi imaginación podía ver cómo arreglaban aquellas muñecas que entonces teníamos y que abrían y cerraban los ojos, e incluso algunas podían hablar… Sólo era a base de gomas, se rompían y al arreglarlas nos las devolvían como nuevas. Nos duraban años, y años. Ahora yo me pregunto: ¿sómos los Monasterios para las personas que se acercan –rotas por dentro- lugares donde podamos recomponerlas, mostrando nuestro testimonio de vida y esperanza?
Me gustaría que así fuera, porque si la Palabra, es decir, la Buena Nueva sana, los monasterios deberían ser múltiples clínicas de "muñecas rotas".
Tenemos algo que decir al mundo, par ello es muy importante que nosotras vivimos felices, porque vivimos en gratuidad constante, y sabemos que todo nos es dado sin merecimientos. Por eso la Palabra que sana es Cristo nuestro único Camino, Verdad, y Vida.
¡Fuera apariencias, ostentación, poder, control, manipulación! El silencio es lo que penetra en las vidas humanas. Es lo que permite cuestionar ¿qué harán, qué sentido tiene su vida, por qué la alegría? a quienes se acercan a nuestras casas.
Sí, sabemos dónde está nuestro hermano, como la pregunta del Génesis; sí lo sabemos, y por eso damos gracias, pedimos, y nos unimos a la penas, compartiendo desde aquí la vida de todos. Nuestra vida no tiene sentido sin vosotros y es para vosotros.