Oct
Sin Palabras
3 comentariosLos que un día fueron y ahora están pero no son.
Quizás este comienzo resulte un poco difícil de comprender en sí, hablo en pasado y presente, no se me ocurre nada mejor , para explicar el sentimiento que me produce, el ver a tantas personas, en mi caso hermanos y hermanas, de comunidad, que no hace mucho tiempo, pasan de lo que han sido, (inteligentes, autónomos, fuertes, bien pensantes y unos largos etcéteras añadiendo gran voluntad y mente clarividente), a personas sumamente dependientes, porque su mente-la cabeza-(como vulgarmente llamamos), ya no distingue lo que es realidad de lo que están “viendo” en alucinación.
Gran misterio, si lo vemos en un sentido frío totalmente; pero para los Ojos de cualquiera, es de gran Compasión.
He conocido personas de fuerte carácter, que han sido heroicas en su seguimiento y fidelidad a Cristo y en el testimonio de vida, y hoy…tan débiles en su mente y no digamos en voluntad.
Su mirada, con esos ojos es lo que más me impresiona. Miran porque no comprenden nada. ¡Ojo! si nosotros lúcidos ¿?, no comprendemos situaciones; ¿cómo será la mente de nuestros hermanos que tienen esas lagunas negras en el cerebro. Y cómo agradecen cuando, con esa mirada interrogante, les contestas algo que ellos necesitan oír, para su tranquilidad. Porque, sí, tienen gran intranquilidad en su pensamiento, sienten miedo de quedarse solos, de no saber dónde ir, de que les abandonen.
Quiero compartirlo, porque es un peso moral que llevo hace tiempo en el corazón, y pienso, cuando se profesa, se ponen las manos en manos de otra persona, dejas la voluntad de la vida en las Manos de Dios, y ahora en estos momentos uno representa esas manos para ellos, los que fueron nuestros maestros y compañeros en el camino de la fe y de los cuales aprendimos, y aprendemos tanto…
-¿Qué pides?…La misericordia de Dios y la vuestra. Yo añadiría, y la paciencia, y la paz, y el cariño; porque un día puede que que sea yo misma la que no me acuerde de quien soy, o repita hasta la saciedad lo mismo o no encuentre el camino.
Es duro oír la famosa frase ¿Y TÚ QUIÉN ERES?, cuando se ama.