23
Dic2009ILUSIÓN Dios BEBÉ
3 comentarios
Dic
Cuando era pequeña, para mi este tiempo era casi mágico; a pesar del frío, corríamos por las calles, a ver los belenes, a la Plaza Mayor de Madrid, donde siempre encontrábamos figuritas para el nacimiento (como entonces se llamaba), para ponerlo con toda clase de animales. El portal, los pastores, y a lo lejos los Reyes, que todos los días los íbamos acercando. Eran días de ilusión, hormiguillo por dentro; las familias se reunían, abuelos, hijos, padres, tíos y un largo etcétera de chiquillos ilusionados.
Sí teníamos ilusión, había comenzado en el “cole”, con un ambiente pre-navideño, concurso de villancicos, y postales o tarjetas de felicitación pintadas por nosotras mismas.
Era natural, la Cena de Nochebuena y la misa del gallo, y después ¡a ver quien aguantaba más levantado! Las fiestas no se acababan hasta el grandioso día de Reye Era algo que no podemos ya narrar, ¡qué nervios!
Pero creo que no deberíamos perder la ILUSIÓN. No me refiero al infantilismo, de entonces, sino a lo que conlleva de ilusión interior. ¿Por qué ahora tanto gastar en la compra? Estar juntos, no es comer o beber más, es poder decirnos unos a otros que esta Fiesta de la Navidad no es una pura comercialización o consumismo; o sentirse mal porque ya van faltando seres muy queridos. No. Es la ilusión diaria que supone que Dios se hace Hombre, un niñito, pequeño, un bebé, que necesita de todo lo que conlleva el poder vivir: un padre y una madre. Por lo demás, nosotros como Dios le adoramos ilusionados porque haya venido a nuestro mundo; y le expresamos todo lo que sentimos: alegrías y penas,
Es ahora que voy siendo mayor cuando la Ilusión se me va convirtiendo en ternura ¿cómo es posible que exista un Dios tan cercano, que no quiere ser Nada para que nosotros seamos hijos suyos?
Tenemos palabras, muchas y rimbombantes, para explicar qué es la Navidad. También somos muy dados a solemnizar las cosas dándoles seriedad, porque eso es lo importante; pero Dios es un bebé ahora en Navidad, y necesita también de nosotros, como cualquier otro niño. Cada uno sabrá cómo tratamos a ese BEBÉ.