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Blog Con otros ojos

Sor María Dolores Pérez Mesuro

de Sor María Dolores Pérez Mesuro
Sobre el autor


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31
Mar
2011
LAS MANOS HABLAN
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Tengo una gran manía; y es que cuando veo o conozco a alguien, siempre me fijo en las manos. En su apariencia, forma, dedos etc.
¿Me dicen algo? Pues sí,  todo. Las he encontrado libres, agarrotadas, flácidas, fuertes, callosas, trabajadas, cuidadas. Pero lo que me llevaba a comparar es lo que las manos decían, y hacían.

 En las manos hay en gran vocabulario, desde las monjas que las suelen llevar debajo del escapulario casi siempre entrelazadas, como los enamorados ( donde en ellos el contacto es primordial)  a esas manos abiertas que siempre dan, o a las manos que revolotean al hablar y expresan toda una vida.


Pero en la Orden las manos es una de las cosas más importantes, las ponemos en nuestra profesión a disposición de SERVICIO, curiosamente el prior o priora que recibe la Profesión en nombre de la Iglesia, sujetan fuertemente el temblor que se siente al dar el paso a lo desconocido. Y ¡cómo agradeces esa fuerza!.

También ahora al paso de los años veo que los mayores buscan las manos de los jóvenes, es el apoyo, es la fuerza, del acompañamiento, es la caricia, es como decir:: “Aquí estoy”, y esas manos sarmentosas por las artrosis, se convierten en jóvenes con la oración, apenas pueden sujetar el breviario, pero fieles a las manos que un día pusieron sobre las palmas del superior que las sujetaba y que decían el sí, tienen fuerza sobrehumana para sostener la Palabra. Y después veo cómo se quedan mirando las manos del crucifijo que quisieran ser desenclavadas para, con el perfume de  toda su  vida  poder ungirlas y mitigar el sufrimiento.


La vida actual no es bonita en muchas cosas, pero las manos siempre se unen a formar una vida mejor, a dar aliento con un apretón o,  acariciar al que tienes al lado. Me ha sorprendido en la filosofía oriental y en su vida , la tragedia japonesa, cómo con las manos unidas en oración constante, y con una leve inclinación ,oran, rezan, piden ....Es tan fácil  juntar las manos, lo difícil es hacerlo con el corazón herido

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5
Mar
2011
Más de lo mismo
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El sentimiento de impotencia al ver la ignorancia, no nos arredra para seguir adelante. Parece cómo si el mundo (visto desde el monasterio) se hubiera vuelto no sólo loco, sino que no tiene rumbo y que preferimos “morir matando”.
No quiero ser tremendista, pero las escasas noticias claras que nos llegan de las cosas, hacen entrever que hay más de lo que pensamos, y que vidas inocentes están pagando lo que nosotros, sólo con hablar solucionamos.
Qué valen las condecoraciones, los grandes monumentos, los momentos de gloria?, si luego en la intimidad la felicidad, no existe. Sólo somos plenamente felices y respiramos hondo cuando, evangélicamente nos hemos encontrado realmente POBRES, pero no en lo material, sino en el despojo de las cosas, ese quedarte sin algo necesario, el sentirte realmente sólo con Dios, porque nadie ni familia, ni amigos sienten lo que tú sientes.
Es verdad oigo, protestas, violencias, pero sé que siendo NADA sencillamente NADA, que no vale para nada, una sonrisa a tiempo, una palmada, unos ojos que te comprenden, entonces es cuando realmente sigo creyendo en la vida feliz. Sé que es Dios en el silencio, en la presencia delicada de un regalo que nos esperabas, en ese pequeño detalle allí está Dios-Amor, o el Amor verdadero de Dios.
ahora con el boom de Ieusu Comunio, todo el mundo nos pregunta, pero, no hace falta que se queden así de asombrados. Todas las monjas que están en los monasterios calladamente, rezando el Oficio todos los días, con su vida privada y comunitaria, felices aunque no tengan número; todas y cada una, dejando atrás lo que vivían, un día dijeron: Maestro Dónde vives, Fuimos, Vimos y Creímos .Una, dos, cien ¿qué más da?

 

 

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9
Feb
2011
Reflexión ¿actual?
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Releyendo al cardenal Carlo Mª Martini, encuentro apropiado para el momento social que estamos viviendo, pero siempre tratando de ver-con los OJOS CON LOS QUE EL MISMO DIOS MIRA, es decir con otros ojos, una frase verdaderamente importante e interesante, que personalmente me ha aclarado la duda que tenía sobre el mundo laicista, y nuestra vida cristiana de testimonio. Y es muy simple LA ENCARNACIÓN DEL VERBO ES EL CENTRO DE TODO.
Me explico; existe diferencia entre cristocentrismo, y cristomonismo, pues este último evita el tener a Cristo en nuestro centro de vida, y lo reduce a una relación personal sólo con Jesús.
Pero no, Cristo es nuestro Centro, el de toda una gran visión que abarca la plenitud del Reino. Se debe predicar y practicar en la línea de pobreza, pero entendiendo ésta en la dimensión perfecta, es decir la evangélica.
La pobreza evangélica para mí, no es meramente sociológica, sino más profunda es -LA POBREZA EN LA DEBILIDAD-, delante de Dios, pobreza para recibir por pura necesidad ayuda, necesitando de su misericordia y compasión. Esto nos lleva a ser verdaderamente pobres y entrar en el ámbito del cristianismo y pedir la Obra de Cristo en nosotros.
El auténtico hombre es el "hombre pobre", el que no es capaz de ayudarse a sí mismo. Y por ello es de este punto de vista se entienden las palabras con las que Jesús afirma, que quien tiene fe realizará obras más grandes que El. Obras que provienen de la pobreza y el desapego. Los triunfalismos que son tan fáciles de aceptar, sobre todo políticamente, pretenden confundirnos, y lo consiguen en ver realidades religiosas con política, que nos van envenenando socialmente, para ser sólo espectáculo y apariencia. Yo hablo de una pobreza que es todo lo contrario. Esta unida al sufrimiento pertenece al SER de Dios, y por lo tanto a la Trinidad. Debemos pues hacer propia la doctrina del sufrimiento, que nos viene del Verbo y reasumir un Dios que revela en fórmulas lo que es humildad y debilidad.

 

 

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24
Ene
2011
Un día normal
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Con el corazón, todavía lleno por los días vividos, y hoy que hemos tenido un día intenso de retiro, sólo quiero acercarme a vosotros para transmitir un poquito de alegría, esperanza y confianza, en el comienzo de la nueva semana, mes y sobre todo para el día a día.
Pasa todo tan deprisa, parece que todo como si de una película se tratase, que no da tiempo a asimilar lo que tenemos delante. Las personas que vienen y van, el nuevo día que amanece, las preocupaciones o alegrías que reportan cada uno de ellos, y sobre todo, la GRACIA, diaria de sentirnos Amados, primeramente por el Señor, pues lo vemos como algo tan natural, y luego esa sonrisa o detalle o incluso cariño de los que nos rodean, con bromas confidencias o miradas que interpelan, (-¿quiero hablar contigo?...)
¿Hablar?, sí pero sin palabras, las monjas esperan en los monasterios que suceda algo; como cuál es el convento que se fusiona, si entra alguna vocación, si existe alguna profesión. Pero echo en falta que podamos comunicarnos más en la fe, no como algo espiritualoide, sino en la vida interior que cada una llevamos dentro y que gracias a la Palabra, Cristo encarnado en Ella, en la Eucaristía y en la Paz que nos comunicamos con los hermanos, lo hacemos presente día a día.
¿Sentimos de verdad cuanto ocurre alrededor nuestro? O simplemente ¿nos hemos hecho unos monasterios, cuyos muros no son de cristal para que la Luz de Cristo resplandezca ante los hombres nuestra gran familia, y por la que vivimos y luchamos? Pienso mucho esto últimamente. No me gustará caer en la desidia del conformismo, o individualismo monástico.

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